
Una empresa de cosméticos italiana mando hacer una encuesta sobre las consecuencias físicas y psíquicas del adulterio, y el trabajo arrojó unos resultados espectaculares.
Al parecer, las mujeres rejuvenecen con la infidelidad; el 47% se preocupa más de su aspecto; el 28% adelgaza y recupera la línea; el 24% asegura que su piel se vuelve más tersa y luminosa, y el 52% sostiene que la traición les da más equilibrio psicológico.
Además, el 26% confiesa que no tiene ningún sentimiento de culpa: de todos los apartados relacionados con el remordimiento, este es el que obtiene el porcentaje más alto.
En el caso de los hombres, sin embargo, sucede casi lo contrario. Por ejemplo, el 32% de los varones se siente muy culpable tras el adulterio; también el 32% se ven con más arrugas, y el 24% más barrigones. Se diría que a los señores les sienta fatal echarse una cana al aire, mientras que a las mujeres nos pone estupendísimas.
Esta increíble encuesta parece dar la razón a uno de los terrores ancestrales del varón, a ese mito masculino de la mujer infiel, esto es, de la hembra despiadada, insaciable; de la compañera mentirosa que en realidad no depende tanto de él, como él se siente depender de ella.
La literatura universal esta llena de relatos de mujeres infieles. Un ejemplo perfecto es la "Historia del rey Schahriar y su hermano Schahseman", la historia es la sgte:
"Viudos y entristecidos, los hermanos se marchan por el mundo, hasta que se encuentran en una playa con un efrit (un genio maligno). Ocultos en un árbol, contemplan cómo el genio abre un cofre, y sale de él una joven muy hermosa. El efrit se queda dormido, y la joven inmediatamente les ordena que bajen del árbol y la posean, con la amenaza de despertar al genio si no obedecen. Los reyes, asustados, hacen el amor con ella; luego la joven les pide sus anillos, los enfila en un cordel en el que ya hay 570 sortijas, y les explica que el genio la raptó en su noche de bodas y que la tiene prisionera desde entonces; y ella se venga poniéndole los cuernos cada vez que puede."
Hasta aquí, el relato de la infidelidad con toda su carga de elementos míticos; desde la promiscuidad legendaria de las mujeres a la motivación de la muchacha. Porque la chica no hace el amor con cientos de hombres llevada por el deseo de gozar, sino por el afán de vengarse. Quizás en este relato subyace el barrunto inconsciente, por parte de los hombres, del machismo al que someten a las mujeres, y el temor a que ellas se venguen en lo que más les duele: en esa intimidad emocional en la que se sienten tan indefensos.
Cuento todo esto porque la infidelidad de la mujer es un tema complejo y profundo. Pero, más alla de los prejuicios machistas, en la infidelidad, sea de mujeres o de hombres, se juegan muchas otras cosas; sobretodo, me parece, el deseo o el sueño de ser otro.
Quién no ha sido infiel alguna vez en su vida? por lo menos mentalmente, imaginariamente. La ambición de tener lo que no tenemos y ser lo que no somos forma parte sustancial del ser humano; y la infidelidad, por lo tanto, también. Aunque uno nunca se atreva a llevarla a la práctica. De todo ese mundo turbio compuesto de miedos y deseos, de necesidades y venganzas, de identidades que se inventan a sí mismas y mitos ancestrales, trata este tema fascinante e inacabable.
Buen articulo... Yo creo que la infidelidad es algo inherente en el ser humano, aunque eso no significa que nos llevemos por eso, por algo somos seres capaces... En fin, es un tema largo
ResponderEliminarSaludos
andrés